miércoles, 12 de diciembre de 2012

Parto de Burra

Se llama así por sugerencia de mi hermano. Lo cierto es que si tuviera un poco más de tiempo y un horno mayor, en hora y media habría estado hecho, pero he necesitado tres días. Es un pisto asado, más ligero que el normal porque el horno necesita -en general- menos aceite y con las berenjenas, mucho mucho mucho menos. 

Ingredientes
Dos berenjenas medianitas
Dos calabacines medios
Una cebolla grande
Cuatro tomates hermosos
Dos cucharadas de azúcar
Un pellizco de sal 
Un poco de queso rallado
Aceite

¿Y ahora qué? 
Precalentamos el horno a doscientos grados. Mientras, pelamos y picamos los tomates. La manera más sencilla es hacerles un corte en forma de cruz en el culo y sumergirlos unos segundos en agua hirviendo. De esta manera, la piel se retira muy fácilmente. Ya picaditos los ponemos en un recipiente apto para horno y les añadimos el azúcar. Por último rociamos con un poco de aceite de oliva. Los metemos en el horno. 
Pelamos la cebolla y la cortamos en cuartos. Se unta con un poco de aceite y se mete en el horno.
A continuación, lavamos las berenjenas y las picamos a nuestro gusto. Les echamos sal y las dejamos soltando el amargor en un colador. En ese espacio de tiempo, vamos a lavar y picar los calabacines. Por último, ponemos calabacines y berenjenas con un poco de aceite en una bandeja de horno. 

El tomate tarda aproximadamente una hora en hacerse y es conveniente removerlo de vez en cuando.  La cebolla tardará la mitad de tiempo y berenjena y calabacín apenas quince minutos. 

Cuando todo esté listo, lo dejamos enfriar. Picamos un poco más fina la cebolla y lo mezclamos todo. Lo colocamos en un recipiente apto para horno, le añadimos un poco de queso (si queremos) y gratinamos. Está genial

jueves, 17 de mayo de 2012

Salsa de mango, mi amol....

Acabo de regresar de Cuba. Y volver, ya te digo que volveré, aunque -como dice mi amiga Noelia- no será por su gastronomía. Ha sido una semana maravillosa en un país maravilloso comiendo arroz con frijoles, arroz congrí (que es frijoles con arroz) y chicharritas, mariquitas, tostones... Todo esto significa plátano frito. Estoy segura de que la gastronomía cubana (por lo menos lo que he podido probar) es heredera de muchos años de escasez. Pero eso no es excusa para que el arroz siempre esté pasado. De hecho, 50 años de bloqueo cociendo arroz es para que lo dejaran al punto, pero esa es otra cuestión. En cualquier caso, inspirándome en los productos cubanos, concretamente en los mangos que flanqueaban las carreteras, acabo de hacer esta salsa que creo que puede servir para acompañar a la carne. Lamentablemente, a pesar de que el mango que tengo es el mejor que he podido encontrar, no tiene nada que ver con la fruta que he probado allí y deja un regusto rasposo porque todavía estaba pelín verde y no sé cómo quitárselo, admito sugerencias. Aún así, me parece que está bastante rica. 




Hace falta
1 mango maduro y rico y delicioso y -si puede ser, cubano-. 
Un cuarto de cebolla grande partida en tiras
Un pellizco de ají (pimiento picante, en España se encuentra seco, si lo tenéis fresco, usad más cantidad teniendo en cuenta que pica)
Un chorrito de aceite
Vinagre
Sal
Pimienta 
Ajo en polvo


Cómo se hace
Se trocea el mango y se pone en una cazuela con la cebolla, el aceite y un poquito de sal para que se poche más fácilmente. Cuando esté blando se sazona con el ajo, la pimienta y el ají al gusto. Se pasa por la batidora y se añade un chorrito de vinagre (es para calmar el dulzor de la fruta, porque yo no soy una entusiasta del empalague, pero supongo que es opcional). Por último, se deja un poco más líquida terminando de batir con agua. 
Ya veis que la salsa queda bastante amarilla. Lo suyo, con un mango en mejores condiciones, sería que quedara naranja. 


Ea. El primer plato que habrá en mi carta cuando me marche a Cuba, ponga un paladar que se llame "Lo que yo te diga, mi amol" será pollo con esta salsa. Necesito camareros y responsable de meter turistas en el bar. Para ser el señor o la señora que se sienta en el portal ya tengo cola....









miércoles, 29 de febrero de 2012

Especias para las albóndigas de pescado

Esta es la mezcla que el libro "Un viaje gastronómico por el norte de África" recomienda para las albóndigas de pescado. También se pueden usar para otras de carne, la canela les da un aroma muy particular. Es un rollo hacer la mezcla para una vez, así que aquí os dejo las cantidades para que llenéis un botecito del que echar mano cuando os venga bien. 

25 gramos de canela en polvo
40 gramos de pimienta blanca molida
15 gramos de pimienta de Jamaica (nouioura)
25 gramos de nuez moscada rallada
50 gramos de macis molido

Sí, sí sí.... Ahora las dudas. A ver. La pimienta de Jamaica no es pimienta (ni tampoco la rosa ni la de Sechuán), pero la forma de las bayas es similar y se la llama así. Si no la encontráis, su sabor es una mezcla de clavo, nuez moscada y canela. Como las dos últimas ya las lleva la mezcla, podéis añadir un poco más de cada una y el resto, completarlo con clavo. No pica, es tirando a dulzona. 

El macis. Lo venden en herbolarios. es la corteza de la nuez moscada, unos filamentos de color rojo intenso que se secan y se venden por separado. Es un sabor mucho más suave. 

Albóndigas de merluza en salsa de tomate

Éste es un plato donde podéis aplicar el preparado de azafrán que os contaba en otra publicación. Al igual que ese truquillo, esta receta sale (un poco modificada porque no me gusta el cilantro y lo de hacer el tomate en el horno me parecía un engorro) del libro "Un viaje gastronómico por el norte de África" de Mourad Mazouz, editado por Intermón Oxfam y que -insisto- es una preciosidad, un placer para la vista y (si os animáis a ponerlo en práctica) también para el paladar. Estas albóndigas son un plato ligero, delicioso, picante y una manera de comer pescado para quien no sea muy aficionado al formato pez. 


Necesitamos: 
1. Para las albóndigas
Un kilo y medio de filetes de merluza (supongo que vale cualquier otro pescado al que le hayamos quitado las raspas y la piel)
50 gramos de pan rallado 
3 cucharadas de perejil fresco picado
(Yo obvio el cilantro fresco picado que añade la receta, porque es que no lo soporto, pero si os gusta que la comida sepa a "Varón Dandy", adelante). 
1 cebolla pequeña 
Sal al gusto
1/2 cucharadita de pimienta 
1 1/2 cucharadita de especias para albóndigas
1 huevo
3 cucharadas de aceite
5 cucharadas de agua


2. Para la salsa 
1 kilo de tomate rallado 
2 dientes de ajo pelados 
1/2 cucharadita de sal 
1 cucharada de azúcar glas (o si no tenéis, de la normal)
4 pimientos asados 
50 mililitros de azafrán preparado
1 cucharadita de pimentón (yo pongo medio dulce y medio picante)
1/2 cucharadita de guindilla en polvo


3. Para cocer las albóndigas
300 ml. de agua
50 ml. de azafrán preparado 


Empezamos haciendo la masa de las albóndigas. Se tritura el pescado y se aparta. Se tritura la cebolla con el perejil y lo mezclamos con el pescado. Añadimos la sal, la pimienta, el huevo batido, el aceite, el agua, las especias.... todo, vamos y lo mezclamos con las manos. Amasando bien. Vamos haciendo la salsas mientras dejamos reposar. 


Albóndigas ya preparadas
En una olla, a fuego medio, ponemos el tomate con la sal, el azúcar y los ajos. Dejamos que vaya perdiendo el agua que le sobra y removemos de cuando en cuando para que no se nos pegue. 


En otro fuego, ponemos a calentar 300 ml. de agua con 50 ml. de preparado de azafrán. Vamos haciendo las albóndigas y cuando el agua esté hirviendo, las echamos y las dejamos cocer unos 10 minutos, hasta que queden firmes. 


Mientras, añadimos los pimientos al tomate, con el azafrán, el pimentón y la guindilla y dejamos cocer diez minutitos. Seguimos removiendo para que no se nos pegue. Cuando hayamos terminado, metemos la batidora y lo trituramos todo. Por último, sacamos las albóndigas ya cocidas y las cubrimos con la salsa de tomate. Dejamos a fuego lento otros diez minutos. 


Se puede congelar. 





sábado, 28 de enero de 2012

Bombones de chocolate rellenos de falsa panacotta (En diez pasos)

Me encanta empezar un post diciendo: está tirado, vais a quedar genial y no vais a tener que volver a mataros pensando qué regalo comprar en vuestra vida. Una cajita mona para meter los bombones y a correr. Lo más complicado de la receta es conseguir los moldes de bombones como los que veis más abajo. Son de la marca Silicomart. 


Necesitamos 


Un par de horas
Una tableta de chocolate de cobertura
Una pedacito de mantequilla, como de 15 gramos






Un bote de nata de 250 mililitros
Una cucharada y media de azúcar
El zumo de una naranja
Tres fresas medianas
(Opcional: colorante alimentario de tonos metálicos)


Para adornar, yo he usado estos colorantes alimentarios dorado y de tonos bronce. Ojo, el dorado no es oro puro para cocinar, que también lo venden, es carísimo y absolutamente innecesario para esta receta. (Si los amigos de Isabel Preysler se conforman con albal pijo para envolver sus bombones, probablemente los vuestros tampoco necesiten más).


Colorantes de Spicy Shop (Córdoba)
Primer paso:
Troceamos el chocolate y lo ponemos en un bol al baño María con la mantequilla. Respuesta para novatos: el baño María es un método de calentamiento que consiste en poner una cazuela con un poco de agua al fuego y, sobre ésta, otro recipiente que recibirá el calor del agua caliente en lugar del fogón. El chocolate es sensible, por eso se derrite así.


Segundo paso (y absolutamente opcional):
Mientras el chocolate va tomando temperatura, vamos a pintar los moldes de silicona con el colorante. Ponemos un poquito, menos de media cucharadita en un recipiente. Con un pincel, mojamos un poquito y vamos pintando el fondo de nuestros moldes.


Tercer paso: 
Tenemos que dejar enfriar un poco el chocolate. Lo ideal es que baje hasta 25 grados. Si no tenéis un termómetro, meted el dedo y echad un cálculo teniendo en cuenta que vuestra temperatura corporal es de 36, deberéis notarlo templado - frío, pero sin resultar desagradable. Con el chocolate llenamos los moldes por completo y los movemos para que las burbujas que hayan podido quedar dentro suban a la superficie y no nos estropeen la forma.


Cuarto paso:
Este es uno de naranja partido
Sobre el bol de chocolate, volcamos el molde lleno de chocolate para que quede sólo el chocolate en el fondo y las paredes. Lo dejamos enfriar en la nevera.


Quinto paso: 
Vamos preparando la falsa panacotta. Que resulta que no es falsa, como yo creía, sino que es así de fácil. Ponemos a calentar la nata con el azúcar. Vamos moviendo para que se disuelva. Cuando esté caliente, ponemos en remojo tres hojas de gelatina neutra y, cuando se hidrate, la añadimos a la nata retirada ya del fuego y mezclamos bien hasta que se disuelva.


Sexto paso: 
Ponemos la nata caliente en dos boles separados. En uno añadimos el zumo de naranja y mezclamos bien. En el otro ponemos un par de fresas troceadas y batimos con la minipimer. (Si lo probáis, os vais a dar cuenta de que es un petit suisse de fresa casero :-D).


Séptimo paso:
Cuando tengamos el chocolate frío, nos valemos de una cucharita para ir rellenando los moldes con MUCHO cuidado de no llenarlos hasta el borde, hay que dejar un poquito de espacio. Yo además piqué una fresa para meter unos pedacitos en la panacotta y conseguir un contraste mayor de sabores y texturas.


Séptimo paso y Noveno paso: Un molde 
ya sellado de fondo,
el otro listo para tapar, relleno 
de panacotta y fresa natural
Octavo paso: 
Volvemos a meter los moldes en el frigorífico y lo dejamos enfriar hasta que la panacotta quede firme.


Noveno paso:
Repetimos los pasos 1 y 3 con el chocolate (calentar y atemperar) y terminamos de llenar los moldes. Extendemos bien el chocolate con una espátula y lo volvemos a meter en el frigorífico todo hasta que esté bien frío.


Décimo paso:
Desmoldamos y a comer ;-P___


Y además, si sobra panacotta, que sobrará, la podéis echar en un molde con caramelo y voltear cuando se enfríe. Panacotta de naranja y fresa de postre, ¿que no?


He hecho un pequeño cambio. Queda mucho mejor con el colorante en polvo, sin humedecerlo en licor alguno. 

jueves, 22 de diciembre de 2011

Pasteis de natas

Cualquiera que haya hablado conmigo más de cinco minutos sabe que soy tan portuguesa como el fado, como Amalia Rodrigues, como Radio Comercial, como Maria (saudades da tua boca)... Adoro el idioma, su gente, sus playas, su comida (salvo por el cilantro), pero eso es otra historia. Si una casa portuguesa no se puede entender sin braços a minha espera (es que me los comía), la mesa no se comprende sin el bacalao, el café sin bolinhos ni la sobremesa sin pastéis de natas. Un dulce que, como su propio nombre no indica, no lleva una gota de nata. Su receta se cree que nace cerca del Monasterio de los Jerónimos (Belem, junto a Lisboa, a veinte minutos en cercanías), la cumbre del estilo manuelino que contiene uno de los claustros más apabullantes que he visto en mi vida. Hoy, hay una pastelería en la que no he entrado jamás porque hay una cola mortal. Yo me los como en la cafetería de enfrente, que digo yo que los comprarán por la mañana temprano antes de que lleguen los turistas. Y son una locura. Encontré la receta en esta web, que recomiendo a todo el mundo. Los videos son bastante claros y, si no entendéis los ingredientes (no creo porque escrito el portugués se parece bastante) ya os lo traduzco yo. Es bastante facilito (claro, que si decís como mi compañero Salva "¿Fácil? ¡¡¡Son dos ollas!!!") pues entonces no lo es.

Precisamos
600 gramos de hojaldre (yo lo compré hecho y me fue mejor con el de marca DIA que con La Cocinera, la verdad)
Medio litro de leche
60 gramos de harina
250 mililitros de agua
Medio kilo de azúcar
7 yemas de huevo (yo añadí una más porque eran pequeños)
Una cáscara de limón
1 palito de canela
Moldes bajitos y redondos del tipo que ella enseña en el video, los míos son rizados, pero vamos, da igual.
Canela o azúcar para espolvorear

¿Y ahora qué?
Apartamos un poco de leche y disolvemos en ella la harina, moviendo con unas varillas para que no nos queden grumos. Mientras, calentamos el resto de leche a fuego suave con la cáscara de limón y el palo de canela. Cuando hierva, añadimos la mezcla de harina y leche y seguimos removiendo con unas varillas hasta que vuelva a hervir. Apartamos.

En otra cazuela ponemos el azúcar con el agua y dejamos hervir durante 3 minutos. Conseguimos lo que me parece que se llama "almíbar a punto de hilo". Mezclamos con la leche, removemos bien y pasamos todo por un colador a otro recipiente donde vamos a dejar que enfríe.

Ahí vamos a añadir las yemas, así que no puede estar caliente para evitar que cuajen. Creo que la manera más sencilla y rápida de separar las yemas de las claras es la siguiente: con las manos bien limpitas, cogemos dos recipiente. Con la mano derecha rompemos los huevos sobre la mano izquierda, que vamos a mover para dejar que la clara se filtre por los dedos y nos quedemos con la yema en la palma. Y ya está.






Cuando juntemos las yemas con nuestra mezcla de harina, almíbar y leche, movemos bien con las varillas y ése va a ser nuestro relleno. Con el hojaldre, hacemos lo siguiente: lo enrollamos bien y lo apretamos con las manos. Ahora cortamos un cachito de como dos dedos y medio y lo colocamos en el centro del molde engrasado con mantequilla. Con los dedos, lo vamos repartiendo por todo el molde, dejando la parte más fina en el suelo y la más gruesa por las paredes. Es preciso que el hojaldre no
esté frío, para que sea maleable.

Los pasteis en el horno, a puntito ya de que los saque. ¿Veis cómo burbujean?

Rellenamos los moldes, sin llegar hasta el borde, y los metemos en el horno a 250 grados hasta que esté dorados. Tardan unos quince o veinte minutos. Intentad desmoldarlos cuando todavía no estén fríos, porque si no, el caramelo se pega a las paredes del molde y eso es muy difícil de despegar.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Caracolas rellenas o bollitos suecos de distintos sabores


A mí me fascinan estos pastelitos. A mí que no soy muy dulcera y siempre los había conocido por caracolas danesas.... Encontré una receta por ahí, soy incapaz de recordar dónde, y aunque se los comieron rápidamente, a mí me resultaban más pan que bollo, así que este sábado de resfriado y frío, me he puesto manos a la obra de nuevo. ¡Y qué obra! Es laarrgooo y cansado, pero vale muuuuuchooooo la pena.... Ahora mismo podría fumarse un cartón de ducados en mi casa y seguiría oliendo estupendamente y de sabor ya ni os cuento. Esto de terminar de comer y zamparse un bollito de estos recién hecho.....mmmmm. La masa, como la primera no me hizo mucha gracia, la he cambiado siguiendo esta receta de Mikel Iturriaga, de su antiguo blog "Ondakin".  Él 
-que es un profesional- dice que se "pega bastante". Yo, que no lo soy, os digo que la masa "se pega consuscastastoas" y no sé si hay otra manera de solucionarlo que ir añadiendo harina, que es lo único que a mí se me ocurrió antes de que la masa me terminara de devorar empezando por los deditos.... Para ser justo, avisa de que fácil, lo que se dice fácil, la receta no es. De lo que no advierte es de que salen bollitos para un bautizo, pero bueno, eso no creo que le moleste a nadie ;-D. Ahora sí, si tenéis un horno chiquitín como el mío, que sepáis que vais a pasaros la mañana horneando pastelitos de nueve en nueve. También me ha sucedido que necesité dejar levar la masa más tiempo del que él indica, pero lo cierto es que mi casa es bastante fría, que igual ha tenido algo que ver. Bueno, pues esa es la receta de la masa. Os la repito aquí:

Hace falta:
600 gramos de harina
50 gramos de levadura fresca (eso son dos paquetitos de los de Mercadona)
Medio litro de leche entera
200 gramos de azúcar 
250 gramos de mantequilla (yo necesité un poco más)
200 gramos de azúcar 
1 huevo batido para pintar
1 cucharada de azúcar glas

Preparación
Este es el jarrito tamizador
Se derriten 175 gramos de mantequilla, a fuego bajo, se les añade la leche y se retira del fuego. Con un poco de leche mezclada con mantequilla se disuelve la levadura en un bol (la levadura desmenuzada) y cuando esté bien disuelta se añade toda la leche. Después se agrega el azúcar y los 600 gramos de harina. Yo la he añadido poco a poco, ayudándome de este jarrito que te sirve para tamizarla. Una vez bien mezclado todo, se deja reposar bien tapado hasta que la masa doble su tamaño. Yo he necesitado más de la hora que dice Mikel, lo he dejado horita y media. También se derrite, aparte, el resto de la mantequilla para untar la masa después. Calentarla y ya, no la dejéis hirviendo u os pasará como a mí, que en vez de mantequillla obtenéis lo que está a punto de ser un bonito preparado de ghi. 

Ahora viene lo complicado: sobre una superficie enharinada, se amasa durante unos minutos. Se pega, repito, consuscastastoas y al final, he necesitado añadir más harina. No me he atrevido mucho para que no se me endureciera en exceso la masa, pero algo le he tenido que echar. Y ahora, de nuevo sobre una superficie enharinada (también ponedle harina al rodillo, que el mío es de silicona y aún así se  PEGABA) coged un pedazo de la masa y dejadla finita con el rodillo. Ponedle mantequilla derretida por toda la superficie, ayudándoos de un pincel. La receta de Mikel la he seguido hasta aquí (claro, le he metido variaciones, sino hubiera colgado el enlace y punto). Para hacer los bollitos de distintos sabores he usado:

1.Azúcar y canela
2.Sólo azúcar
3.Ralladuras de chocolate
4.Pasas empapadas con ron
5.Un resto de mermelada de arándanos (de Ikea, para que sea un poco más sueco todo). Además, me he acordado de esta otra receta de Jamie Oliver de bollitos suecos. Él no usaba mermelada de arándanos, sino arándanos tal cual y decía que el resultado parecía un poco un accidente de coche, pero que mejoraría... Me ha hecho mucha gracia porque sí, si se te desmonta un rollito es un poco desagradable la pinta, pero al horno se arregla todo. 
6.Mermelada de zanahoria
Mermelada de zanahoria sobre la masa
Es la primera vez que me sucede que unas verduras me hablen, pero hoy me ha pasado. Estaba haciendo un cocido a la vez que los bollitos y me habían sobrado dos zanahorias. Las he mirado, me han mirado.... y me han dicho que querían ser mermelada....  Y yo, que soy muy complaciente, las he pesado, las he rallado y las he puesto al fuego con su peso en azúcar, la ralladura de una naranja, su zumo, un chorrito de agua y muy, muy despacito..... las he dejado hasta que se ha espesado todo y lo he podido pasar por la minipimer. 

Bien... habíamos dejado la masa extendida y finita, untada de mantequilla derretida. Ahora (como veréis mis cambios tampoco han sido para romperse la cabeza, la verdad), a cada pedacito de masa que extendía, le añadía un sabor (de uno en uno, ¡no todo mezclado!. Las ralladuras de chocolate, el azúcar y la canela, la mermelada.....) Y empezamos a enrollar, de poquito en poquito. Cada doblez de la masa, la que va a aparecer con harina, también se unta con mantequilla derretida. Esto ¿por qué lo he hecho? Porque creo que el objetivo de la mantequilla aquí es el mismo que en el hojaldre. Separar las hojas de masa que vamos haciendo para que no se peguen durante la cocción y que las separen con el calor creando ese efecto de "milhoja". 

No se aprecia la diferencia de color, pero el de la derecha es de
zanahoria y el de la izquierda de mermelada de arándanos
Una vez que tengamos nuestro rollito hecho, lo cortamos en pedacitos de unos 2-3 dedos (mis dedos son pequeños y finitos) y lo volvemos a dejar reposar durante una media hora (de nuevo, yo he necesitado más tiempo para que volviera a levar).

Lo colocamos en una bandeja de horno y los ponemos en el horno precalentado a 225 grados. Yo lo he tenido que bajar hasta los 200 porque se me quemaban los pasteles. Dependiendo del tamaño (mi rulo no era perfecto) unos tardarán más o menos, lo mejor es que coloquéis en la misma hornada los de tamaño similar. Para que se os doren, se pintan con un poco de huevo batido con el azúcar glas. En 15 minutos, tendréis una bandeja hecha.